Monday, October 27, 2025

Los frutos de la fe

 I was asked a few months ago to give a talk in the Spanish Branch in Benton City and I thought I'd put here on my blog to keep a record.

Los frutos de la fe

Crecí aquí en los Tri-Cities. He vivido en Kennewick, Pasco, y ya vivo en West Richland con mi familia y asistamos al barrio de Desert Hills. 

Ya hace 30 años desde que serví una misión en Guatemala.  

Al empezar la misión, me pareció imposible hacerlo. Me extrañé mucho a mi familia y la vida cómoda que tuve antes. 

Yo había estudiado español en la escuela secundaria. Y pasé dos meses en el entrenamiento misional para estudiar el idioma y la enseñanza del evangelio. Pensé que cuando llegara a Guatemala, podría comunicarme con la gente. Por lo menos, pensé que entendería las frases básicas.

Esto no es lo que me pasó al llegar a Guatemala. El presidente de la misión me dio un compañero y me mandó a la ciudad de Zacapa. Durante el viaje a mi primera área, intenté hablar con los pasajeros próximos. No les pude entender para nada. Ni podía separar las palabras el uno del otro en mi mente. Tal vez algunos de ustedes han tenido experiencias similares. 

Poco a poco me acostumbre

Poco a poco aprendí el idioma. Primero pude entender a otros, luego pude hablar. Y después de un rato, pude pensar en español.

Tuve experiencias maravillosas al enseñar el evangelio de Jesucristo. Llegue a conocer y amar la gente y disfrutar en mis experiencias misionales. 

Lo que era muy difícil al principio llegó a ser un placer y consideré la misión como un privilegio y no como una carga pesada.

Así son las experiencias de la vida. Cuando tenemos fe y seguimos adelante con esta fe, alcanzamos los frutos buenos que nuestro Padre Celestial espera darnos. Yo se que El tiene muchas bendiciones reservadas para nosotros cuando tenemos fe en su plan para nosotros y hagamos nuestra parte.

Se habla de los frutos muchas veces en las escrituras. En cada caso, los frutos representan los resultados de tener fe en el Señor y las acciones buenas que acompañan esta fe. 

En el Libro de Mormon, el profeta Alma comparó el conocimiento del evangelio a una semilla que se planta con fe en el corazón. Y después de ver que la semilla crece, se verá que

Debe ser que esta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí.

32 Por tanto, si una semilla crece, es semilla buena; pero si no crece, he aquí que no es buena; por lo tanto, es desechada.

33 Y he aquí, por haber probado el experimento y sembrado la semilla, y porque esta se hincha, y brota, y empieza a crecer, sabéis por fuerza que la semilla es buena.

He visto este principio en mi vida. Es maravilloso ver que cuando aceptamos la palabra de Dios, y cuando lo ponemos en nuestros corazones como acto de fe, podemos ver por los frutos en nuestras vidas que la palabra de Dios es verdadera. El evangelio nos da conocimiento que enriquece y hace mejor nuestras vidas. El conocimiento de que Dios es el padre de nuestros espíritus y que nos creó en su imagen es grandísimo. Que el nos ama como un padre ama a sus hijos es bonito saber. Que Jesucristo hizo la expiación y conquistó la muerte y el pecado para que podamos ser santificados es fruto bueno. Que tenemos un profeta quien nos hace saber la voluntad de Dios para nosotros en hoy día es conocimiento glorioso. Llegamos a tener testimonio de estos principios cuanto los probamos en nuestras vidas. Al vivir de acuerdo de este conocimiento, vemos las bendiciones de Dios y crecemos en la fe. 

El ganar testimonio de estas cosas vale la pena. Pero a veces es difícil.

Hay tiempos en la vida cuando estamos probados. Hay tiempos cuando es difícil mantener la fe. Tiempos cuando tenemos que ir adelante con paciencia aun cuando nos es difícil encontrar esta paciencia. Tal vez haya pasado un rato desde que ha sentido el amor de Dios en su vida. Es posible que lo que parecía claro hace tiempo está oscuro. Que haremos en este caso?

Quiero compartir una historia que mi Padre compartía conmigo cuando era joven. Tiene que ver con la fruta.

El grosellero

Hay en Canadá un arbusto que da fruta que se llama el grosellero. Elder Hugh B. Brown contó una historia de su arbusto y el dijo:

Salí una mañana y encontré un grosellero de al menos dos metros de altura. Sabía que se estaba convirtiendo en madera. No había ni rastro de flores ni de frutos… Así que cogí mis tijeras de podar y me puse a trabajar en ese grosellero. Lo podé, lo corté y lo talé hasta que no quedó nada más que un pequeño grupo de tocones.

Y mientras los miraba, cedí a un impulso, que a menudo tengo, de hablar con seres inanimados y que me hablen. … Al mirar ese pequeño grupo de tocones, parecía haber una lágrima en cada uno, y dije: "¿Qué te pasa, grosellero? ¿Por qué lloras?".

Y creí oír hablar a ese grosellero. Parecía decir: "¿Cómo pudiste hacerme esto? Estaba creciendo tan maravillosamente. Era casi tan grande como el árbol frutal y el árbol de sombra, y ahora me has cortado. Y todos en el jardín me mirarán con desprecio y lástima. ¿Cómo pudiste hacerlo? Creí que eras el jardinero".

Creí oír eso del grosellero. Lo pensé tanto que le respondí.

Dije: "Mira, pequeño grosellero, yo soy el jardinero y sé lo que quiero que seas. Si te dejo ir por donde quieres ir, nunca llegarás a nada. Pero algún día, cuando estés cargado de fruta, recordarás y dirás: "Gracias, Sr. Jardinero, por cortarme, por amarme lo suficiente como para hacerme daño".

Hermanos y hermanas, yo se que Dios tiene en mente una visión de lo mejor que yo pueda llegar a ser. Y él tiene un plan para ayudarme a convertirme en la mejor versión de mi.

A veces no sentimos el gran amor que nuestro padre nos tiene. A veces tenemos desafios que son muy difíciles de superar. Recordemos que esas pruebas nos pasan para nuestro bien. Que son parte del plan que el Senor tiene para que crezcamos y lleguemos a ser lo que podemos ser.

Al graduarme de la universidad, yo tenía esperanza en encontrar trabajo que apoyara a mi familia. No había mucho trabajo en el sujeto en que me había especializado. En ese tiempo, teníamos 4 hijos y a pesar de que no quería hacerlo, tuvimos que mudarnos a la casa con mis suegros. 

No pude ver los frutos de mis estudios en la universidad. Al orar, no sentí que recibí una respuesta en cuanto a lo que debería hacer para mejorar mi trabajo. Pasé mucho tiempo en esta situación. Esperé las bendiciones del Señor pero no aparecieron. Pero me acorde de las respuestas a las oraciones que recibí en otros tiempos y continúe teniendo fe en mi Padre Celestial. 

Eventualmente encontré trabajo satisfecho para que pudiéramos comprar una casa propia. Vi que fue un trabajo casi perfecto para que yo podría desarrollar los talentos que tengo. Yo se que fue una bendición de Dios que obtuve este trabajo y lo considero uno de los milagros que he tenido el privilegio de ver en mi vida. 

Pero por alguna razón, Dios me permitió pasar por un tiempo de duda. Ahora veo los frutos de esta experiencia. Aprendí a ser paciente en esperar a las bendiciones del Señor. Aprendí a seguir adelante aun cuando no tenía conocimiento del paso enfrente de mi. Crecio mi fe.

El arbol de la vida

Quiero hablarles de la visión que tuvo el profeta Lehi en el Libro de Mormon. Este visión también tiene que ver con los frutos. El relato su visión a sus hijos, contándoles:

8 Y después de haber caminado en la oscuridad por el espacio de muchas horas, empecé a implorarle al Señor que tuviera misericordia de mí, de acuerdo con la multitud de sus tiernas misericordias.

Lehi dice que caminó en la oscuridad por muchas horas. ¿Alguna vez han sentido que caminaran en la oscuridad? Que no podrian ver a su destino? En estas horas deseamos la luz. Deseamos tener conocimiento que todo saldrá bien. Tal vez estén preocupados por sus hijos. Tal vez tienen inquietudes sobre tener dinero suficiente para sus necesidades. Quizás están preocupados por un error que hayan hecho, o un error de uno de sus seres queridos.

Lehi continua su historia

Y aconteció que después de haber orado al Señor, vi un campo grande y espacioso.

10 Y sucedió que vi un árbol cuyo fruto era deseable para hacer a uno feliz.

11 Y aconteció que me adelanté y comí de su fruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes. Sí, y vi que su fruto era blanco, y excedía a toda blancura que yo jamás hubiera visto.

12 Y al comer de su fruto, mi alma se llenó de un gozo inmenso; por lo que deseé que participara también de él mi familia, pues sabía que su fruto era preferible a todos los demás.

Después de la prueba de la fe, viene la luz y las bendiciones del Señor. 

¿Por qué quiere Dios que crezcamos en la fe? Porque la fe nos da el poder de tener el espíritu con nosotros. La fe nos anima a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Es por la fe que vemos los milagros de Dios en nuestras vidas. 

En el libro de Mormon, el profeta Moroni nos ensena:

Moroni 7:32 Y obrando de este modo, el Señor Dios prepara la senda para que el resto de los hombres tengan fe en Cristo, a fin de que el Espíritu Santo tenga cabida en sus corazones, según su poder; y de este modo el Padre lleva a efecto los convenios que ha hecho con los hijos de los hombres.

33 Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente.

Nos recordamos que el fruto del árbol que Lehi comió y disfruto en su visión representa el amor de Dios y la vida eterna con El. Representa la última destinación en nuestro viaje por la vida y nuestra meta. Es la oportunidad de estar en la presencia de nuestro Padre Celestial por toda la eternidad, con nuestras familias y amigos justos. Podremos participar en la obra de Dios y llegar a conocerlo como pariente en verdad. No hay regalo más grande que pudiéramos recibir. Es el fruto del evangelio

Se que Jesus es nuestro salvador. El nos quiere y nos ayudará y nos apoyara en todas las circunstancias de la vida si tenemos fe y hacemos lo que nos pide. Y veremos los milagros que siguen la fe en Cristo y recibiremos los frutos del vivir de acuerdo con el evangelio. 


En el parque de la Colombia que está en Kennewick hay unos árboles que dan fruta en Junio. Son moras pequeñas, moradas y dulces y cuando visito el parque me gusta comerlas. Lo mejor es que no tengo que hacer nada de trabajo para gozar en ellos. En contraste he plantado unos arbustos de arándano en mi jardín. Cave unos hoyos grandes en los que podía plantar los arbustos. Hay muchas piedras en el suelo y tuve que sacarlas para plantar los arbustos. Me  tomó bastante tiempo hacerlo. Ya tengo que asegurarme de que las plantas reciben el agua suficiente y que el suelo tiene los nutrientes necesarios. Se requiere más de mi esfuerzo para gozar en esta fruta que en la fruta que se puede encontrar en el parque. Pero vale la pena. Asi es la vida.

Estos dos casos de la fruta me hacen pensar en el conocimiento espiritual y el testimonio del evangelio. A veces recibimos conocimiento de otros sin mucho esfuerzo. Cuando somos pequeños, nuestros padres nos enseñan. Nuestros maestros de la escuela nos enseñan. También los amigos y hermanos nos enseñan. Pero hay frutos de sabiduría que solo podemos obtener por nuestro propio esfuerzo. 

Este esfuerzo vale la pena


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